El termostato

No sé si pasará lo mismo en el resto de lugares de trabajo, pero desde que comencé a trabajar en el ramo sanitario hay una pieza de la arquitectura que compone el edificio en el que me muevo que está colocada de mala manera para hacer la vida imposible al personal que frecuenta semejante antro.
Creí yo que el problema del termostato de mi trabajo era la edad, más de 25 años es mucho para aun simple termostato. Confieso que llegué a creer que más bien era culpa de la mala leche del Sr. de mantenimiento, pero ya no tengo la menor duda. La dirección de los centros coloca el termostato a posta para putear a los empleados.
Tan pronto estás trabajando en Moscú, en pleno verano, (y a -15 grados), que con el pijamilla de turno no te dá para taparte nada, e intentas desesperadamente que la manga al menos te llegue a cubrir el codo, como de repente, pasas a trabajar en pleno desierto del Sahara, aun que el calendario diga que es enero.Retirada de mantas para los usuarios, y los empleados pensando en el uniforme de la chica de Martini, que parece, al menos, hiperfresquito.
Si, puedes llamar a mantenimiento, y el Señorino te dirá que la temperatura está fija en 25 grados y que es imposible que tengas frio o calor (¿no le dará verguenza mentir tan descaradamente?); o lo que es peor, si decide que tienes razón pasarás del frio más intenso al calor más bochornoso en décimas de segundo, sin poder quedarte ni un minuto disfrutando del clima continental.
En fín, que a partir de ahora, cuando marche camino del trabajo, llevaré la estupenda rebequita de lana llena de pelotillas que me tejió mi madre con amor y cariño (por si me toca Moscú esta noche) y también el biquini último modelo que acabo de adquirir en las rebajas (por si es en las Fidgi). Puede que despiste a algún usuario veraniego, pero....ganaré en salud.